COSETES PELS PARES

¿POR QUÉ LOS NIÑ@S DEBEN AYUDAR CON EL CUIDADO DE LA CASA?
Para todos , lo más probable es que prefieran hacer las cosas ustedes que enseñarle a sus hijos a hacerlas y esperar a que las hagan (..y claro que a lo mejor después volver a hacerlas).
Hacer las cosas por uno mismo siempre es más rápido, pero te has puesto a pensar si acaso es lo mejor. La respuesta es muy sencilla – no!
Al final de cuentas, hacer todo por ti misma te cansa, te frustra, te desespera y además de todo lo que te hace sentir, priva a tus hijos de mucho. Hay muchas razones por las cuales debemos enseñar a los niños y darles la oportunidad de contribuir y colaborar en la casa, pero aquí las van las que desde mi punto de vista son las más importantes:
1. Les da independencia: desde que llegan al mundo todo les damos, claro que cuando son bebés no pueden hacer nada por ellos mismos, pero cuando ya pueden caminar, los cargamos, cuando ya pueden comer, les damos en la boca, cuando ya se pueden vestir, nosotros lo hacemos por ellos, les cocinamos y les recogemos.
Debemos dejarlos experimentar su independencia. Cuando ellos se dan cuenta que pueden hacer las mismas cosas que los adultos en la casa, se sienten importantes, se sienten seguros y con autoconfianza. Cada conquista de independencia es para ellos un gran logro. La única forma que pueden medirlo es haciendo las cosas y para ello, debemos dejarlos participar.
2. Aprenden a contribuir: Queremos que compartan y que ayuden, pero eso no se puede enseñar con palabras, eso se debe experimentar y la forma de hacerlo es dejándolos contribuir con el cuidado de la casa para que vean que sus acciones son importantes y tienen resultados.
Además, cuando son pequeños ellos disfrutan de hacer las actividades de cuidado de la casa, ya que están conociendo el mundo y además de ser divertidas, aprenden y les dan un sentido importantísimo de pertenencia – sus acciones impactan al resto de la familia y son importantes.
3. Aprenden habilidades importantes para la vida: tarde o temprano van a tener que hacer cosas por ellos mismos, mejor que ya sepan hacerlas a que se den de topes de adultos porque no saben cuidar de una casa.
Además como mencioné en el punto anterior, hay que aprovechar a enseñarles a hacer las cosas mientras sean divertidas para ellos.
4. Aprenden a ser responsables: la libertan y la responsabilidad son la clave de una autodisciplina. ¿Quieres que tu hijo entienda las reglas, las interiorice y cumpla con ellas de manera natural y armónica? Entonces debes tomarte el tiempo de enseñarle a hacer todo lo que después le dará independencia y para poderles encargar tareas que les demuestren que son capaces y que los demás dependen de ellos – ayudándolos así a desarrollar naturalmente un sentido de responsabilidad.
5. Aprenden el valor del trabajo: un gran problema con los niños y jóvenes de hoy en día es que quieren todo masticado y listo. No están dispuestos a hacer esfuerzos para conseguir lo que quieren, no tienen gusto por trabajar y la única forma de desarrollar el gusto es haciéndolo y viendo los resultados.
¿Quieres que aprecien y valoren todo lo que les das? Entonces permíteles experimentarlo y para ello necesitan contribuir! De otra forma, nada más van a saber cómo recibir y van a creer que ellos no deben hacer nada. Son actitudes que se forjan desde pequeños.
Cuando ven todo el trabajo que implica una simple cosa como una comida, entonces lo valoran más.
Las actividades en las que se les puede involucrar son barrer, trapear, lavar ventanas, trastes, lavar ropa, doblar ropa, limpiar muebles, hacer las camas, regar las plantas, ayudar en la cocina, recoger, regar plantas, cuidar el jardín, cuidar a las mascotas, etc. La edad depende mucho del niño pero desde que caminan y pueden entender una secuencia de pasos y sostener artículos, ya están listos, o sea, desde aproximadamente los 2 – 2.5 años. Claro que no se les deberá incluir ni pedir cooperación en TODAS las actividades, deben ser mostradas poco a poco e ir incrementando el grado de dificultad y responsabilidad con el tiempo.













Creación de imágenes mentales: el gran déficit de los niños de la era tecnológica


Las imágenes mentales creadas por uno mismo al escuchar una historia o al leer, perduran en la memoria a través del tiempo. Los cuentos siempre han sido una fuente que ha nutrido a los niños a nivel emocional y también han ayudado al desarrollo de capacidades cognitivas como son la memoria y la atención, pero ante todo, a esta imprescindible capacidad de imaginar y recrear imágenes interiores mentales, capacidad que es la base de muchas otras funciones. En esta era plagada de imágenes externas que bombardean al niño, ya sea a través de TV, tables, Pc, móvil o incluso ilustraciones, cada vez los niños presentan más dificultades en crear imágenes mentalmente. A mayor consumo exterior,  menor creación interior. Esto está acarreando graves problemas de aprendizaje y también sociales. Para interesarme por lo que me cuenta otra persona y empatizar con ello, necesito ser capaz de imaginármelo. Puedo recordar con facilidad solo aquello que se transformó en imagen, aunque solo sea un esquema de la pizarra. Respecto a esto, en estos días una maestra me comentaba de la dificultad de los niños en copiar de la pizarra sin errores. Vemos que incluso la retención corta de la imagen de la pizarra al cuaderno, está fallando. También hoy día se habla mucho del desinterés por la lectura. Pero es que sólo puede interesarme leer, si soy capaz de ir imaginando lo que leo. Si carezco de esa capacidad, leer es solo descifrar letras vacías. Mi hija adolescente, que había faltado a clase y tenía que estudiar para el examen con los apuntes de un compañero me lo decía “No sé si podré aprobar el examen, ya que como no escuché a la profesora, no tengo las imágenes y sin las imágenes no consigo retener los contenidos”. De hecho en la escuela primaria Waldorf, toda la enseñanza está basada en la transmisión de bellas imágenes, que no solo faciliten el aprendizaje del niño, sino que además lo nutran emocionalmente. Siendo alumna Waldorf, aún llevo en mi corazón las imágenes de los griegos, el arlequín de la multiplicación, el metabolismo de la vaca y tantas otras historias, que al haber evocado en mi una imagen y una emoción, perdurarán allí eternamente. Y especialmente las imágenes, surgidas de los cuentos en la infancia, nos llenan de vida interior y nos acompañan.
Pero de lo que quería hablar hoy es de cómo ayudar a estos niños actuales a recuperar o estimular esta capacidad creativa. Observamos que a menor creación y vida interior, más aburrimiento, apatía y necesidad de consumo exterior. Es urgente revertir esta situación si no queremos adultos complemente vacíos.
La primer medida para promover imágenes interiores es reducir al máximo las imágenes exteriores. Si ya han visto la película de Disney de la Bella Durmiente, cuando les cuente el cuento, evocarán esas imágenes y no imágenes propias. Esto ocurre  en general con personajes arquetípicos como el gigante, el enanito, la princesa, el lobo etc. Si ya hay una imagen exterior establecida, será mucho más difícil, sino imposible, crear la propia. Esto, además de abolir la creatividad y fantasía propia, tiene como inconveniente, que un gigante u ogro de una película, a la noche, en medio del sueño, puede emerger produciendo miedo. Son imágenes difíciles de digerir. Una imagen propia, será creada a la medida de cada uno. Pero tampoco quiero decir que haya que excluir de la vida del niño las imágenes, el niño tiene necesidad y hambre de imágenes. La cuestión es qué tipo de imágenes le acerco, sabiendo que si lo que quiero es estimular su propia imaginación y capacidad mental, deberé escoger imágenes sencillas e “incompletas”. Y siendo que el niño antes de los 5,  6 o 7 años no está plenamente capacitado para la producción propia y abstracta de imágenes que pueda evocar a su antojo (memoria abstracta), acompañaremos al niño en este proceso. Dijimos que a mayor simplicidad externa, mayor actividad interna, pues bien, en el caso de niños pequeños o cualquier niño con mayor dificultad en este campo, la transición hacia esta actividad interior plena puede ser apoyada eficazmente, si tenemos en cuenta estos criterios:
  • Reducir imágenes externas sofisticadas (TV, Pc, etc)
  • Ofrecer cuentos con imágenes sencillas
  • Una pequeña historia contada con ayuda de los dedos (Rimas y juegos de dedos), es un magnífico microcuento con soporte visual, que además se puede apoyar tocando al niño.
  • Elegir cuentos simples, con poca trama y repetitivos. Ideales son los cuentos de repetición compilados en Cuentos para ver, oír y sentir.
  • Narrarlos de manera sencilla, sin dramatizar ni exagerar las voces, pero tampoco de manera monótona y plana. ¡Hacer suficientes pausas!
  • Apoyar la narración con pequeños gestos de manos.
  • Apoyar la narración con títeres de mesa, gran recurso para desarrollar la capacidad de orientación espacial, temporal y secuenciación de la historia, fundamentales para organizar posteriormente mentalmente las ideas e imágenes. (Indicaciones en Cuentos para ver, oír y sentir)
  • Transformar la narración en un cuento vivido, haciendo que los niños se muevan y actúen, para poder así sentir los personajes y crear imágenes con vínculo emocional.(Indicaciones en Cuentos para ver, oír y sentir)
  • Contar un solo cuento y de ser posible, el mismo cuento durante varios días.
Muchas veces se cuenta a los niños un cuento tras otro. En este caso, el cuento está teniendo una función mero entretenimiento, al igual que si vieran TV (¡aunque mejor, claro!). El niño sigue con “hambre” de imágenes, insaciable y pide cada vez más, porque en realidad, ninguna imagen le llenó. Si contamos solo un cuento y este mismo cuento varios días seguidos, veremos que los niños se quedan satisfechos, porque han recibido su alimento, han sido capaces de integrar y digerir las imágenes. El niño aprende mucho más vocabulario, desarrolla mucho más capacidad de comprensión, atención y memoria, si escucha solo un cuento muchas veces a si escucha gran diversidad de cuentos. Además, el exceso de imágenes externas crea inactividad en el momento e hiperactividad después. Un cuento sencillo y contado serenamente, produce gran actividad interior en el momento y calma después.
La hiperestimulación es la que está atrofiando a nuestros niños. A cualquier niño con déficit de atención, también deberíamos reducirle los estímulos para que sea capaz de asimilar de a poco. Cuando es demasiado lo que tienen para procesar, suelen desconectar. En cambio, cuando sienten que son capaces de comprender, atender y recordar lo que les transmitimos, se llenan de alegría, autoestima, autoconfianza y motivación.
Es hora de volver a simplificar, para que de nuestros niños puedan surgir las maravillas latentes en su interior.




















“Hay que acostar a los niños leyendo un libro y no mirando televisión”


En este artículo Francesco Tonucci habla sobre la importancia del juego, lo creativo en la infancia. Sobre la importancia de que contemos cuentos a los niños y de cómo a través del escuchar se les motiva de manera natural hacia la lectura.
Publicado en tiempo Argentino el 02 de Septiembre de 2014, a propósito de la conferencia que dictó el pedagogo italiano en el ministerio de educación.
El artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño, de 1989, establece que los estados que la suscriben “reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes”. En ese sentido, para el pedagogo y dibujante italiano Francesco Tonucci, “es jugando como el niño se desarrolla, y por eso le es reconocido como un derecho”.
Y para jugar, no es necesario gastar un dineral en los juguetes más avanzados a nivel tecnológico. No. “Los buenos juguetes cuestan muy poco”, explica Tonucci durante la presentación de la conferencia “Más juego, más movimiento: más infancia” que brindó ayer en el salón Maestro Alfredo Bravo del Palacio Sarmiento, invitado especialmente por la Biblioteca Nacional de Maestros (BNM), en una iniciativa compartida entre el Ministerio de Educación de la Nación y la Fundación Arcor.
“El barro es el príncipe de los juguetes –continuó Tonucci–. El barro no es nada y puede ser todo. Y a lo largo de la historia de la humanidad, ha sido un material que ha servido para hacer infinidades de cosas. Es un material riquísimo. Y en manos de los niños…” Tonucci no termina la frase y dibuja con su mano abierta un rulo en el aire. La metáfora tiene una explicación: “Un buen juguete es lo que se presta a muchos usos, con distintas condiciones sociales”, agrega el pedagogo, que luego enumera y clasifica como buenos juguetes a la pelota y a la muñeca, chiches que todo niño y toda niña han tenido alguna vez y que sirven para muchas cosas.
Pero Tonucci deja para el final la referencia a otro “buen juguete”: el libro. “A mí me gusta mucho pensar que algún día un padre le dará dinero a su hijo, lo llevará a una librería y le dirá: ‘Elige un libro’.” Ese libro, seguramente, se irá a una casa, de la mano de ese niño, esperando ser leído. Y para Tonucci ahí nace la relación que generará un nuevo lector: “Creo que lo más importante es ofrecer a los niños la experiencia de la escucha. No se puede aprender a leer bien y con gusto sin haber vivido, sin haber tenido una experiencia de gozar con la escucha de un adulto que lea al niño. Pero como no todas las familias pueden acceder a ese derecho, es obligación de la escuela hacerlo para todos los niños, de manera que todos tengan una experiencia básica fundamental para pasar a la parte técnica del aprendizaje de la lectura”. Para “Frato”, como lo apodan al pensador y dibujante italiano, “un niño debería empezar a leer porque desea leer; porque vivió la experiencia fascinante de la escucha de la lectura de libros que un adulto le regaló a lo largo de días y días”, y considera que esto debería ser costumbre en las escuelas, con una franja horaria establecida para tal fin. “Esta es la única garantía de que en esos niños pueda surgir el deseo de aprender a leer. Una vez hecho esto, lo más importante ya estará conseguido, y después el aprendizaje instrumental de la lectura es una cosa que los niños hoy en día aprenden solos”, agregó.
La propuesta ha sido declarada de interés educativo por el Ministerio, y tuvo como eje central el derecho a jugar, buscando interpelar a los adultos sobre las genuinas oportunidades que tienen los niños y las niñas en relación con el juego y el movimiento.
Finalmente, para arrojarse a la práctica de la lectura con un niño, Tonucci recomienda “leer sin temor, sin pensar que se está perdiendo el tiempo o que se podría hacer algo de mayor importancia”. Y antes de ir a la cama “acompañar a los niños a dormir leyendo un libro y no mirando la televisión, lo que constituye las bases de la lectura”. Esto, siempre, con la idea de jugar con el chico, porque en términos de jugar, para Tonucci “nunca se deja de ser un niño”. «
























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